Los expertos coinciden en que la biometría presenta importantes ventajas respecto a las contraseñas tradicionales, ya que elimina la posibilidad de pérdida u olvido y dificulta la suplantación de identidad. Sin embargo, como cualquier otra tecnología incipiente, ningún sistema biométrico es infalible y hasta que no llegan a los mercados hay fallos o vulnerabilidades que no se pueden testar. Un ejemplo es el Galaxy S8, cuyo sistema de reconocimiento facial ha sido burlado con simples fotografías del usuario. En este caso la combinación de problemas en el logaritmo y el hecho de que la cámara frontal no pueda recoger una imagen en 3D parecen estar detrás del problema.